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KILATES DEL CUBANO

PUEBLOS POR DENTRO

Canción y compromiso social con los pobres

Canción y compromiso social con los pobres

Por Luis Machado Ordetx 

 El trovador chileno Francisco (Pancho) Villa, por séptima ocasión en Cuba desde que la visitara por vez primera en 1997, vino el martes a Santa Clara, guitarra en mano,  y dio un concierto para patentizar que las voces y el reclamo unánime de los pueblos jamás se acallarán frente a las injusticias que se cometen en el mundo.Invitado por la fundación Guayasamín, concluye este sábado en La Habana, junto al cantautor Eduardo Sosa, una gira nacional que partió la semana pasada de Guantánamo y tuvo recitales en Bayamo, Manzanillo, Holguín, Santa Clara, Matanzas y Pinar del Río.   Aquí, a unos 300 kilómetros al este de La Habana, se unieron trovadores locales, como Leonardo García y Alaín Garrido, para compartir el escenario del Museo de Artes Decorativas, donde el sudamericano interpretó, entre otros textos, Canto del ángel, tema dedicado al fervor patriótico y humanista de Víctor Jara y Ernesto Che Guevara, dos paladines que continúan haciendo historia en el compromiso social de las generaciones de hombres de nuestras tierras del Sur.   Villa puntualizó que el hegemonismo y el ímpetu guerrerista, que se desata en el mundo con el beneplácito de las administraciones de los Estados Unidos, tiene que parar con la unidad de los pueblos, tal como ocurre en el cono sur latinoamericano, donde se fundamenta un baluarte por la solidaridad y la confianza mutua entre las naciones. El músico chileno, deudor de las mejores tradiciones artísticas latinoamericanas, recordó en más de una ocasión a Víctor Jara, asesinado en los primeros momentos de la sangrienta dictadura militar impuesta por Augusto Pinochet tras el golpe de estado de septiembre de 1973, y dijo que junto a Mercedes Sosa, Daniel Viglietti, Carlos Mejía Godoy, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Sara González, entre otros, forman parte del presente de trovadores que por muchos confines del mundo se dan cita para cantar en favor de la paz y la solidaridad.  

Bobby Carcassés incita al jazz

Bobby Carcassés incita al jazz Por Luis Machado OrdetxEl Gurú del afrojazz cubano, como considera la crítica internacional a Bobby Carcassés, vino a Santa Clara para prender una «chispa» en los  músicos y animadores culturales de su ciudad, Santa Clara, y revivir a la par los tiempos de adolescencia, cuando irrumpió en los escenarios teatrales, allá por 1956.La semana pasada, la fortuna del olvido involuntario de los materiales concebidos para una exposición personal y la imposibilidad del viaje de los músicos acompañantes, ofreció al público que asistió a la sede de la UNEAC, un modo y una forma particular de captar a Carcassés en cualidades de inusual pintor, integrador de talentos artísticos y ameno disertante sobre temas que domina a la perfección: el jazz y la inclusión de los ritmos cubanos.Nadie como ese showman, con su personalidad polifacética, para adentrarse en ese tipo de música surgida en el sur de los Estados Unidos, y enriquecida por el estro natural Luciano Chano Pozo, el percusionista cubano, cuando se vinculó a la banda de Dizzy Gillespie y Charlie Parker, con el propósito de delinear un estilo y una manera de encarar las improvisaciones en las secciones y formatos de las jazz-band.En la instalación cultural —pintó in situ—, mostró su Concierto virtual, con ocho originales dibujos que recrean una fértil imaginación relacionada con las posibilidades estilísticas y las formas de los instrumentos musicales, y no menos interesante resultó la conferencia relacionada con la «Inspiración en el jazz y la expresión cubana», vista desde la ejercitación y el conocimiento de las técnicas orientalistas del arte y la meditación Yoga, muy válidos en la respiración, la gimnasia básica, el campo electromagnético y la energía espinal.El mayor lucimiento lo cobró cuando invitó a músicos villaclareños a la realización de una descarga nocturna, y allí, junto a su fliscornio y la finura de la voz carrasposa, estuvo acompañado —en las secciones de piano,  cuerdas, percusión y viento metal—, por jóvenes deseosos de rememorar los tiempos en que el maestro Armando Romeu arribaba, sin que algunos lo esperan, a  Santa Clara y plantaba el atril y la batuta en los espacios locales.Todavía aquí se recuerdan aquellos aires renovadores de la Orquesta de Música Moderna, dirigida por Jesús Chú Rodríguez y asesorada por Romeu, así como los instantes fundacionales de los 80, con Raíces Nuevas y el inconfundible Pucho López o la sucesiva  formación de músicos de valía desperdigados en la actualidad por importantes agrupaciones cubanas o foráneas. La estancia de Bobby Carcassés en Santa Clara, y el sentido de su jazz timbero —título homónimo del CD que grabó en 1997 junto a destacados instrumentistas cubanos, incluidos Chucho Valdés, Changuito Quintana, Pancho Terry, Descember Bueno y...— dejó una huella tras la conclusión del recital que dio aquí el sábado pasado: organizar una peña informal que fusiones a talentos jóvenes surgidos o no en centros artísticos para que el género cobre vida entre nosotros.Las improntas jazzísticas tendrán que venir, dijo el músico durante un aparte, al elogiar la calidad del desempeño  de Roberto Pérez Eslezgaray, guitarrista y  sampling insustituible por su vocación artística cuajada en estos predios,  y de colofón sustentó que su concurso y animación están abiertos para plantar un «refugio sui géneris», donde el swing o el bop se enaltezcan con la inspiración y la sensiblidad clásica y contemporánea del género, captada desde la óptica de lo cubano.Tal posibilidad confirmaron estos músicos villaclareños «insertados  ahora en el acompañamiento de mi fliscornio», precisó Carcassés, dotado de las cualidades del scat  —improvisación a partir de la voz y el sentido del jazz—, al ejecutar piezas antológicas, como Blue por Benny Moré o Blue por Chano Pozo, en las que recreó la  incitación del goce del instrumentista dispuesto a fundar o incitar en la creación de otro espacio para la divulgación musical. urú del afrojazz cubano, como considera la crítica internacional a Bobby Carcassés, vino a Santa Clara para prender una «chispa» en los  músicos y animadores culturales de su ciudad, Santa Clara, y revivir a la par los tiempos de adolescencia, cuando irrumpió en los escenarios teatrales, allá por 1956.La semana pasada, la fortuna del olvido involuntario de los materiales concebidos para una exposición personal y la imposibilidad del viaje de los músicos acompañantes, ofreció al público que asistió a la sede de la UNEAC, un modo y una forma particular de captar a Carcassés en cualidades de inusual pintor, integrador de talentos artísticos y ameno disertante sobre temas que domina a la perfección: el jazz y la inclusión de los ritmos cubanos.Nadie como ese showman, con su personalidad polifacética, para adentrarse en ese tipo de música surgida en el sur de los Estados Unidos, y enriquecida por el estro natural Luciano Chano Pozo, el percusionista cubano, cuando se vinculó a la banda de Dizzy Gillespie y Charlie Parker, con el propósito de delinear un estilo y una manera de encarar las improvisaciones en las secciones y formatos de las jazz-band.En la instalación cultural —pintó in situ—, mostró su Concierto virtual, con ocho originales dibujos que recrean una fértil imaginación relacionada con las posibilidades estilísticas y las formas de los instrumentos musicales, y no menos interesante resultó la conferencia relacionada con la «Inspiración en el jazz y la expresión cubana», vista desde la ejercitación y el conocimiento de las técnicas orientalistas del arte y la meditación Yoga, muy válidos en la respiración, la gimnasia básica, el campo electromagnético y la energía espinal.El mayor lucimiento lo cobró cuando invitó a músicos villaclareños a la realización de una descarga nocturna, y allí, junto a su fliscornio y la finura de la voz carrasposa, estuvo acompañado —en las secciones de piano,  cuerdas, percusión y viento metal—, por jóvenes deseosos de rememorar los tiempos en que el maestro Armando Romeu arribaba, sin que algunos lo esperan, a  Santa Clara y plantaba el atril y la batuta en los espacios locales.Todavía aquí se recuerdan aquellos aires renovadores de la Orquesta de Música Moderna, dirigida por Jesús Chú Rodríguez y asesorada por Romeu, así como los instantes fundacionales de los 80, con Raíces Nuevas y el inconfundible Pucho López o la sucesiva  formación de músicos de valía desperdigados en la actualidad por importantes agrupaciones cubanas o foráneas. La estancia de Bobby Carcassés en Santa Clara, y el sentido de su jazz timbero —título homónimo del CD que grabó en 1997 junto a destacados instrumentistas cubanos, incluidos Chucho Valdés, Changuito Quintana, Pancho Terry, Descember Bueno y...— dejó una huella tras la conclusión del recital que dio aquí el sábado pasado: organizar una peña informal que fusiones a talentos jóvenes surgidos o no en centros artísticos para que el género cobre vida entre nosotros.Las improntas jazzísticas tendrán que venir, dijo el músico durante un aparte, al elogiar la calidad del desempeño  de Roberto Pérez Eslezgaray, guitarrista y  sampling insustituible por su vocación artística cuajada en estos predios,  y de colofón sustentó que su concurso y animación están abiertos para plantar un «refugio sui géneris», donde el swing o el bop se enaltezcan con la inspiración y la sensiblidad clásica y contemporánea del género, captada desde la óptica de lo cubano.Tal posibilidad confirmaron estos músicos villaclareños «insertados  ahora en el acompañamiento de mi fliscornio», precisó Carcassés, dotado de las cualidades del scat  —improvisación a partir de la voz y el sentido del jazz—, al ejecutar piezas antológicas, como Blue por Benny Moré o Blue por Chano Pozo, en las que recreó la  incitación del goce del instrumentista dispuesto a fundar o incitar en la creación de otro espacio para la divulgación musical. 

Cántiga por San Juan de los Remedios

Cántiga por San Juan de los Remedios Por Luis Machado Ordetx REMEDIOS, a propósito con el San Juan Bautista, el pasado 24 de junio, tuvo el advenimiento del 491 aniversario del asentamiento poblacional español      —erigido con el decurso del tiempo en Octava Villa de Cuba, título conferido en 1545—, entra en un debate entre el conjuro y la duda asentada con el tiempo por las acuñaciones de la historiografía.Anales científicos y conclusivos, esos que aporta en la efusividad Rafael O. Farto Muñiz, historiador y seguidor de las originales documentales del Adelantado Diego Velázquez, incluso de la testamentaria de Fray Bartolomé de las Casas, hasta nuestros días, jamás perjurará que la fecha exacta de la fundación no sea otra que1513, después de constituida Baracoa.Dice, con precisión, que ocurrió antes del surgimiento de Bayamo, hecho que entre el mítico protocolo histórico-cultural, situará a los residentes de aquí en la soberana existencia como segundo pueblo con denominación española en la Isla.Las pruebas son corroboradas, como en eufonía, en foros investigativos: la antigua demarcación de Santa Cruz de la Sabana de Vasco Porcallo de Figueroa, luego la legendaria San Juan de los Remedios, consigue ahora, este sábado 24 de junio, fecha del San Juan Bautista —Santo Patrono—, la recia incertidumbre de dos fechas cruzadas: ¿1513 o 1515?, y aunque la primera esté demostrada en teoría, carece todavía de la evidente aprobación gubernamental.Una y otra se sustentan en envidentes conspiraciones desatadas por el insoslayable esplendor cultural, ese que el natural o radicado en las inmediaciones tiende a sublimarlo hasta el misterio, y el transeúnte disfruta de rarezas contenidas en el más lóbrego o esplendoroso de los inmuebles, para conformar el detalle y la armonía de las épocas, esas que aparecen contenidas en las altas aceras de lajas, las paredes de piedra de cantería y los altos techos de rojizas tejas o la fronda de los árboles y el espejismo de los vitrales.Allí, casi al encuentro de la mano, trascienden costumbres, mitos y tradiciones, en original manera de desplegar el conocimiento de esta porción noroeste de Villa Clara, donde, entre diente de perro y tierra roja, hay una decantación del remanso fluvial o el resplandor marino y la floresca campestre.Nada del hacer de la Cultura, numerada la efusividad de las festividades populares —la parranda—, con los furibundos encontronazos entre los parciales y sus tonalidades musicales, resulta ajeno a un asentamiento que alberga la hidalguía de la conservación de la historia, aun cuando en otro tiempo, la congoja por la pérdida de muchas papelerías sobreponga ausencias del dato preciso.No obstante, allí donde pululan ocho entradas diferentes para adentrarse en el conjuro de la comunidad, enaltece el deseo y la ecuanimidad de la demostración y del engradecimiento colectivo.De la historia y la trascendencia conseguida por la denominada Octava Villa de Cuba, con sostenido, no existe espacio pequeño o largo para el diálogo, la reflexión o la escritura: un vasto universo la toma en cada acontecimiento, al situarla entre lo autóctono del innegable paso de los ancestros y sus hombres en sitios que, como constantes, resisten como bestial potencia, el resurgir definido de una época: su historia.  

Más allá de la pasividad contemplativa

Más allá de la pasividad contemplativa