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KILATES DEL CUBANO

Alertas imperecederas de Martí

Alertas imperecederas de Martí

Por Luis Machado Ordetx

Desde el arribo a Playitas de Cajobabo y, casi seguro, después de disfrutar de la limpia arena que las olas del mar bebían a su antojo, Martí, junto a sus acompañantes, percibió, con una certeza incontenible «[...] los cantos del gallo con que se simboliza el triunfo...»[1], para afianzar el camino en la lucha por la independencia, esa en que se iría hasta la vida.Como Delegado del Partido Revolucionario Cubano venía a combatir en calidad de soldado, y a los pocos días del 11 de abril de 1895, es sorprendido con la envestidura del cargo de Mayor General del Ejército Libertador.Desde entonces asume posiciones, no sólo para despojar del suelo patrio al dominio español, sino también preservar e impedir cualquier intento de los Estados Unidos de intervenir en asuntos que nada más competía a hombres de esta tierra.En él, hombre de pensamiento, afirmó que «[...] El mundo despierta una sed que sólo la muerte apaga. El hombre que conoce bien el mundo cae en la muerte, como un trabajador cansado cae en los brazos de su esposa».[2]Es 18 de mayo, el río Contramaestre está crecido desde días antes que una bala lo fulmine en pleno campo insurrecto. Allí, entre matorrales, Martí escribe con vehemencia incalculable a Manuel Mercado: «[...] ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América...».[3] Como un zig-zags (sigamos adelante), palabras que puso en uso el cubano Rafael María Merchán, lo conminan a desandar en defensa de la Revolución continuadora del 68.Dialoga al respecto con George Eugene Bryson, el corresponsal de The New York Herald, sobre las razones que lo inspiran para enarbolar la guerra, y también alerta, como el sabio oteador al que nada escapa. No es la primera vez que habla de la amenaza latiente. Mucho antes de sentir en Norteamérica, como emigrado, periodista y conspirador, palpa con exactitud las veleidades de esa sociedad capitalista, sus apetencias expansionistas y el ámbito guerrerista en que se mueven intereses mezquinos de las sucesivas administraciones.En México, 1875 el pandillerismo que está en torno a Porfirio Díaz, lo hacen retomar el contorno de Centro y Sudamérica, hasta a principios de 1880 se instala en Nueva York y el mundo se mira con ojos más audaces y previsores.                  ESTEREMECIMIENTOS EN NORTEAMÉRICANo quedan acontecimientos, historias de hombres, escrutamientos de la realidad y la vida pública que no sean reconstruidos por Martí para los principales periódicos sudamericanos, en especial La Nación, de Buenos Aires, donde aguardan por artículos, crónicas, ensayos y…Escribe de todo lo que ve, y no se permite un instante en el reposo y la tranquilidad. Es febrilidad en la observación del desenvolvimiento de una sociedad que transita en los umbrales del capitalismo monopolista y las crisis que lo someten.Al amigo Serafín Bello le testimonia el 16 de diciembre de 1889 que apareció «[...] la hora de sacar a la plaza su agresión latiente»,[4] para referirse a los Estados Unidos. Ese año toca la idea del equilibrio del mundo desde una óptica reflexiva de los latinoamericanistas.Cuatro años antes, para La Nación, recuenta: «[...] Presidente de un país libre contra el derecho de su país, y el del ajeno; Grant, que tenía apetito de marcha, permitió e imaginó. El miraba con ansia al norte inglés; al Sur mexicano; al este español; y solo por el mar y la lejanía, no miraba con ansia igual al Oeste asiático.Marcaba fronteras cuando marcaba en silencio su tabaco. La silla de la Presidencia le parecía caballo de montar; la Nación regimiento; el ciudadano recluta...No era de los que se consuelan en el amor de la humanidad, sino de los que se sientan sobre ella...»[5]Ulises Grant, el General, el Presidente, murió en Moont Gregor, de cáncer en la garganta, el 23 de julio, y el 3 de agosto, Martí reseña el suceso. ¿Acaso, desde mediados del siglo pasado no se mantiene inalterable el sentido expansionista y militarista de las administraciones norteamericanas? ¿Cuba, desde comienzos de 1823, no ha estado en la ruta de los elegidos de Norteamérica para poseer sus tierras? La historia no miente, y tiende a reiterarse con enconada osadía imperial y de rapiña.Diría que «[...] esta vida del Norte, ejemplar hasta en los mismos vicios. Aquí, como en todo cuerpo social, los pobres aspiran a la justicia, los ricos al abuso, los perezosos a las holganza, los empleados a la perpetuidad, los políticos al despotismo, los sacerdotes a la agorería...».[6] ¡Qué retrato de actualidad a una sociedad que se remueve en sus cimientos! A 111 años de la muerte de Martí, ahora el presidente Bush reemprenderá nuevos ataques de filibustero contra Cuba.Pero con Martí «[...]De vez en cuando es necesario sacudir el mundo, para que lo podrido caiga a tierra[7]                         DEFINICIONES HISTÓRICASCuando en Estados Unidos se debaten leyes contra los emigrantes, y se mantienen latientes las firmas de tratados de libre comercio, las prepotencias y el militarismo a escala internacional, continúan con constantes amenazas.
 Habrá tanto egoísmo y miseria humana en el rostro de una administración. Sí, en la de Bush, porque el cinismo corroe su piel, no solo en prepotencia e injuria, sino también en protección a terroristas.
Un agridulce ambiente parece ofrecer ese país. Como un oximoron [Democracia norteamericana, Derecha siniestra, Capitalismo de Estado, Fuerza de paz, Ejército pacificador, Guerra humanitaria, Guerra santa, Génesis apocalíptico, Guerra preventiva, Xenofobia moderada y…].
Todo se lanza al ruedo.
El 15 de marzo de 1887, Martí para La Nación, de Buenos Aires, escribe, en el momento de instaurarse el 49 Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica:
«[…] Tiene en mente gigantescas obras de defensa que proyectan contra enemigos soñados e invisibles…»
Ahí está la clave de todo un país. Fijen bien la fecha, 1887: «…ENEMIGOS SONADOS E INVISIBLES», eso tiene Estados Unidos en el mundo, para desatar la guerra en cualquier parte, al costo de la vida, no solo de sus soldados, nacidos en tierras norteñas, sino también sobre los hombros de cientos de miles de emigrantes que, enfebrecidos por los «beneficios económico-sociales» que pregona el U.S. ARMY.
Los Tiempos  que Martí alertó, al paso de más de un siglo,  parecen repetirse en el «legendario oximoron de George W. Bush», el presidente norteamericano.     


[1] José Martí (1975): Obras Completas, tomo 11, pp. 110, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 
[2] Idem, p. 164.
[3] Op. cit., tomo 4, p. 167.
[4] Op. cit., tomo 1, p. 255.
[5] Op. cit., . tomo 13, p. 81.
[6] Op. cit, tomo 11, p.255
[7] Idem, p. 242

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